La educación menstrual es necesaria para desarrollar una sociedad con salud sexual, y en la cultura occidental, es una materia pendiente no solo de desarrollar, también de aplicar. La educación sexual y reproductiva que recibimos y seguimos reproduciendo actualmente omite la educación menstrual, en el mejor de los casos reduce la explicación desde un enfoque biologicista.
En la última década, desde la autonomía y el querer un bien colectivo, muchas mujeres hemos iniciado un camino de educar en salud menstrual desde diferentes disciplinas, posibilidades, realidades y contextos. De esta forma vamos configurando un sistema de transmisión de información y formación comunitaria en un área virgen, donde todo está por construir. La creatividad de cada educadora menstrual define el diseño de métodos pedagógicos y creación de materiales didácticos para nuestros contextos. La educación menstrual por tanto, a la fecha, es una labor que se decide y se crea.
En los últimos años han surgido documentos guía para instituciones y facilitadoras, que si bien puede servir para tener unos pasos a seguir, hay dos realidades en educación menstrual que parecen poco cuestionables: por un lado, la educación menstrual se transmite desde la vivencia propia, cuando solo se repiten narrativas, se pierde la esencia misma que es la parte que aporta cada quién, y por otro lado, la educación menstrual no puede ser piramidal, cada contexto tiene sus necesidades concretas.
Desde Cantos de Eva, nos asumimos al movimiento de educación menstrual emancipadora enfocada en la autonomía y soberanía de la gestión en salud menstrual en el aspecto personal, social, económico, ambiental, político y cultural. La transversalización de la educación menstrual en todas las esferas de la vida individual y comunitaria permite consolidar un cambio en las estructuras sociales creadas desde su invisibilización.